Ella vivía en un cuento de hadas, en un lugar muy lejos de nosotros, con
sus pies en el suelo y la cabeza en las nubes. Se había criado
rodeada de alegría y felicidad, en su castillo de sueños.
Acostumbraba a vestir con trajes blancos, el color de
la pureza, pero solo algunas de las personas que la conocían mejor sabían que a
escondidas, en ocasiones, vestía toda de amarillo y decoraba su espalda con
unas alas de mariposa, con el sueño de que algún día pudiera volar.
Solía reírse de las nubes, cantar a la lluvia,
burlarse del sol. Alegraba a la gente más
triste y hacía llorar a los más fuertes. Sabía que tiene que tener
cuidado, porque una vez salía de su castillo todo se volvía amargo, ¿Pero que
sabía ella? Solo quería conocer el mundo exterior, ver lo que le ocultaban,
¿Qué era tan desagradable como para ser ocultado?
Un día salió del castillo, con la intención de
descubrir un mundo nuevo.
Ese día llevaba su traje amarillo a juego con las alas
de mariposas y su melena del color del oro le caía por la espalda como una
cascada.
Un día soleado y tranquilo, abrió la puerta de su
castillo y se vio entrando en un bosque, un hermoso bosque lleno de árboles de
tonos anaranjados. El suelo estaba cubierto por algunas de las hojas, que antes
habían vestido las ramas de los arboles.
Comenzó a andar con paso tranquilo, mientras iba
observando con autentico interés todo lo que veía.
Encontró a una
chica piel clara y grandes ojos verdes. La joven también llevaba un traje
amarillo similar al suyo. Se columpiaba en un balancín hacia delante y hacia atrás,
frente a un agujero grande y profundo.
Sonrió de forma dulce y angelical a la nueva turista,
cual le devolvió la sonrisa.
En su camino se encontró con un encantador duende que
le saco la lengua a modo de juego, también vio en unos rosales y unos tarros de
cristal que dentro contenían luciérnagas. Nunca antes había visto a las
luciérnagas, tomó uno de los tarros, lo abrió y dejo que el insecto volara
libre, admirando su belleza.
A medida que avanzaba el camino se iba embelleciendo
con flores grandes y coloridas, que impregnaban el aire de aromas
embriagadores. Las flores empezaron a disminuir cuando el sendero la guió hasta
un castillo. Se parecía mucho al de ella, pero este era más grande y tétrico.
No se lo pensó dos veces, entró en el castillo sin
temor alguno ¿Qué podría salir mal? En su interior solo había espejos, tanto en
las paredes como en el techo. Se acercó a uno de los espejos y comenzó a
peinarse con los dedos sus bellos cabellos. Se quitó las alas de mariposa, le
resultaba difícil andar mucho tiempo con ellas.
No se lo esperaba, no lo vio venir, ni lo imaginó, en
el espejo se materializo la imagen del duende, pero esta vez no era encantador
si no aterrador. Se asustó y con un grito se apartó del espejo. Se giró para
apartar la vista, pero se topó con otro espejo. En aquel espejo la imagen era
la de una mujer con el rostro desfigurado. Volvió a gritar, en todos los
espejos se encontraba esa imagen.
Decidió huir de
aquel lugar, empezó a correr por el pasillo del castillo, hasta que se encontró
de nuevo en el bosque. Para su sorpresa todo se había vuelto siniestro, las
flores estaban muertas, él duende se acercaba con risa malévola en sus labios,
el sol se había ocultado tras las nubes. El cielo estaba completamente oscuro.
Las ramas de los arboles cobraron vida y amenazantes como garras se lanzaron
contra ella, con el fin de encerrarla en el castillo.
Ella comenzó a
correr por el bosque, quería llegar a su castillo. Estaba muy oscuro, la
oscuridad era casi solida. No se veía nada. Apartaba ramas con las manos,
saltaba raíces, que intentaban aferrarse a sus pies para hacerla caer y se
raspaba los brazos con los rugosos troncos de los árboles. Además de los
arañazos que tenia por toda la cara debido a las ramas de los arboles, y de la
sangre medio seca que le salía del labio inferior, estaba bien. Bien, excepto
porque lloraba y porque tenía miedo. Tenía
miedo porque no estaba sola en ese bosque. No había visto cosa igual, aquel
lugar era espantoso. Eran muchos. Oía sus voces susurrantes, detrás de ella.
Pero a veces las oía delante de ella, e incluso a ambos lados. Lloraba. Corría.
Empezó a llover. Su
traje amarillo, ahora manchado de barro y
sangre empezó a empaparse. Ella
comenzó a tiritar de frio.
Tropezó con una de las raíces y cayó en un agujero
profundo.
La joven de grandes
ojos verdes apareció de la nada al lado del agujero, pero no hizo nada por
sacarla de él. Se limito a sonreír y lanzarle sus alas de mariposa, aquellas
que había dejado en el castillo.
-Esto te ocultaban.-Dijo la chica de grandes ojos
verdes.-Este mundo no es lo que parece
DIOS, ME ENCANTA!!!
ResponderEliminarMe he quedado intrigadísima a mitad del relato, he leído el resto unas tres veces para poder asimilar toda su belleza.
Es genial, insuperable, amiguchu :D
JAJAJAJAJAJAJA me alegro,cielo^^
EliminarGracias :3 un beso,amiguchu
Increíble!! Precioso!!! Yo también me he quedado intrigada, y el final en especial es alucinante!!!
ResponderEliminareres más que genial Besa!!
Ada
OOOOOOOUCH,ME HAS TOCADO LA PATATA *--*
EliminarMe alegra que te guste:3 Muchas gracias,guapa