En
estos tiempos no creo mucho en la amistad, me parece una canción tan lejana,
extraña, o quizás yo soy el ajeno. No sé que es un amigo, tenerlo o ser uno.
Creo que no he sabido sentir amistad y trasmitirla a aquellos que la necesitan,
sólo me he limitado a dar lo que me piden. He dado hasta mi alma, casi mi vida,
mi integridad, mi palabra. He pagado un alto precio, por hacer sentir bien a
los demás, o por lo menos hacer el intento.
Mi carácter
es de mil demonios, nunca mejor dicho. Lo que ha molestado a muchos y seguirá
molestando. Hice lo posible para contenerlo, pero no fue suficiente.
¿Para qué
me sirvió tal esfuerzo? ¿Qué consecuencias trajo? Ninguna. Sigo siendo el mismo
de siempre, mis esperanzas ya son inexistentes, sigo siendo el mismo ángel de
las negras que lleva en su sangre la soledad. Sigo siendo aquel al que llaman: El ángel de la soledad.
Es
curioso la soledad es lo único fie y presente, en mi vida y nunca, nunca, me
abandonará.
A veces
el horizonte que veo todos los días, se hace invisible. A veces se hace pesado
de tanto esperarlo. A veces el corazón me duele cuando recuerdo que debo seguir
caminando. A veces no tiene sentido el tener que apartar mi mirada y dejar de ver a aquellos fantasmas que antes fueron
mis hermanos, aquéllos a los que llame amigos. El dolor leva dando sentido a
ese giro en espiral suicida de mi mirada.
Recuerdo
aquel poema tan tonto, pero tierno.
Recuerdo mis discos de vinilo. El dolor va moldeando el sentido de muchas
cosas. El silencio cae sobre mi piel como la madruga. Recuerdo la primera vez que ví al amor de mi vida,
en la escuela de arte, recuerdo el viento moviendo su cabello, su sonrisa dulce.
Recuerdo su mano oculta en un bolsillo de su falda y su lápiz de dibujo en la
otra mano. No la conocí. No le hablé. La miraba desde lejos. Pasaron trece años
para que le dijera que la amaba, trece
años para decirme a mí mismo que llego a ser lo más importante de mi vida.
Recuerdo la primera vez que caminamos bajo la lluvia, tratando de meternos en un
único y viejo paraguas negro, al estilo de Charles Chaplin, después de salir de
un concierto de Amaral. También recuerdo a ver tocado la guitarra en su casa,
mientras cantaba Bright Eyed Beautiful Girl de Jeydon Wale.
Recuerdo
que se había aferrado a mí, llorando en mi hombro mientras me suplicaba que no
la abandonara. Yo rogándole que me
dejara ir, que no llorara, que lo hacía por su bien.
Tras a
verla dejado en su casa herida de amor,
decidí desplegar mis alas y echar a volar. Iba muy despacito, para que las
estrellas no vieran mi dolor. Mientras volaba pensaba en las palabras de
Lucifer: La MATARE SI NO DEJAS DE VERLA. Jamás, jamás sería capaz de perdonarle eso a
mi superior.
Cuando
llegue a mí supuesto hogar, las puertas
del infierno se golpeaban unas a otras, las personales y las privadas.
Actualmente
me miento una y otra vez, al creer que la vida continúa, que la vida es injusta, dolorosa y solitaria o cualquier
otra de las mil y una excusas que tengo para mi dolor. La pesada costumbre de
suprimir la miseria que roe lo que me sostiene aún en pie. Se siente la sangre queriendo salir de mi cabeza,
liberando recuerdos y pensamientos de mi mente. Todo es mente. Todos los demonios o ángeles caídos, vivimos
en el reino movedizo de la mente. A veces cuesta tanto quedarse quito sabiendo
que la persona que amas sufre.
Soy
animal nocturno, animal de madrugada y noches, que mi estirpe se fortalece en
las sombras, bebe de lo innombrable, del miedo.
Dejar
al ángel de alas negras más bella de todo el infierno, que duerme conmigo,
desvanecerse entre los otros, alejarme de ella , ser alguien del montón ,alguien
cualquiera, que no se toma en cuenta para nada. Un tío corriente. A veces no
tenemos más alternativa tenemos que ser conocidos por todos , que todos sepan
tu historia, tu victorias y tus derrotas.
Cuando
deje a mi amor mortal, no le dije adiós. Ahora quisiera dedicarle un prolongado
e impetuoso adiós. Me imagino a mi, con
mi sonrisa tímida en los labios, intentando balbucear a una mortal sin alas. No
me quedan fuerzas tan si quiera para
pensar en el resto.
Tinieblas,
sombras, oscuridad. Esa es mi estirpe, aquellos que me han condenado a llenar de soledad la vida de mi amada, hasta
su muerte. Nunca encontrara el amor, sus amigos la defraudarán constante
mente, la soledad se apoderara de su vida y nada, ni nadie podrá impedirlo.
La
larga ausencia de aquellos supuestos
amigos me duele, nadie contradijo a Lucifer cuando decidió imponerme tal
castigo.
Todo el dolor que he sentido se trasforma en soledad,
soledad que se transmite al elegido.
Aquí
estoy otra vez. En su cuarto pensando cómo le explico que todo lo que le ocurre
es culpa mía, que soy un ángel de la
Soledad, un tipo que vaga por su vida esperando a que se sienta sola para
aumentar esa soledad aún más. Que soy un ser miserable y asqueroso, que solo
espera a su dolor.
Pero no
siempre fue así, no siempre fui el ángel de la soledad más conocido. Antes fui : El ángel de la Felicidad.
Qué antes mis alas eran del blanco más puro, que el dolor de las personas lo convertía
en sonrisas, en resumen: Que no era un ser tan espantoso. Pero todos hacemos
cosas mal, todos cometemos errores y el mío me ha costado caro.
Esta
tan guapa cuando duerme. Desde la ventana puedo ver su pelo castaño recogido en
una coleta.
-Sauw-
susurro desde la cama, mientras se encogía en la cama- Vuelve.
Mi
nombre junto al verbo volver me inquietan. Quiero oír más de cerca, pero no sería
la correcto, simplemente serviría para aumentar su soledad, su dolor.
-¡Sauw,
sin ti mesiento sumida en la soledad!
Percibo
el grito en el tejado de su casa. Abandone su ventana antes. No entiendo como a pasado esto ,pero a
ocurrido. Solo puedo llorar y lamentar no a ver hecho las cosas de otro modo
¡¡Absolutamente magistral!!
ResponderEliminarEs...es... No tengo palabras. Genial. Fantasticoso. Teniendo en cuenta que es uno de los mejores blogs que he visto en m vida, no podía esperar menos de ti ^^ Besa, estoy muy orgullosa de tenerte :D TE QUIERO, AMIGUCHUUU!!!